Eso, amigos, es un motero. Alguien que de pequeño tenía muchos problemas, alguien que tuvo un hermano menor y fue eclipsado por él. Sus padres no le querían. Pasaba desapercibido. Un día vio un gordo en una Harley. Todo el mundo se fijaba en ese gordo, en su chaqueta de cuero en verano y en el ruido que provocaba semejante máquina de ruido que servía para conducir y para hacer ruido. Y hacía ruido. Como vio que todo el mundo miraba a aquel gordo monstruoso dijo: "Yo también quiero ser como él." Y cuando cumplió probablemente los 16 se compró una moto para hacer el caballito en las rectas como buen cani. Luego creció y se hizo mayor. Fue a la tienda de motos. Le dijo al dependiente: "Quiero llamar la atención." Y el soplapollas del dependiente le ofreció una moto que cada vez que pasa a tu lado hace que te tengas que subir el volumen de tus cascos, y a pesar de que los tienes a tope, el cabronazo no te deja oír tu jodida música.
Os voy a mandar tarea. Para que aprendáis a odiar a los moteros un poco más cada día, os adjunto algo que todos debéis ver.
Un gran episodio de una gran serie que me ha enseñado a odiar. En él se resumen todos mis pensamientos y blasfemias acerca de sus ruidosas bicis.
Un puto abrazo. (Mañana hipsters, venid preparados.)
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